Por el trazo de las calles sobre los cerros, que ascienden y descienden dibujando el paisaje, se aprecian infinidad de perspectivas variables. La gran cantidad de sendas que atraviesan los caminos y se pierden en la vegetación despiertan el espíritu aventurero de cualquier caminante y permiten apreciar una flora rica en especies que se ve poblada por una gran cantidad de aves, reptiles, mamíferos y ganado que vive libremente en las calles de la villa.
Del respeto y admiración por la naturaleza, nació lo que hoy se conoce como Villa Serrana lugar que mantiene vivo el espíritu de lo que una vez concibió Julio Vilamajó, con sus casas que se pierden en el paisaje serrano y con una vegetación tan abundante como decorosa. La paz y energía que se siente aquí, un refugio que ampara a aquellos en busca de contacto con lo sencillo, lugar que mantiene la rusticidad y tranquilidad de tiempos pasados, que invita a disfrutar del tiempo que pasa lento o a perderse en el interminable espectáculo serrano, hace de éste un paraje inevitable para aquellos amantes de la naturaleza.
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